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CARROS DE FUEGO

En 1808, el poeta William Blake creó uno de los mayores símbolos nacionales de Inglaterra. El poema “And did those feet in ancient time”, musicalizado y convertido en himno un siglo después bajo el nombre de “Jerusalem”.

El carro de fuego de la última línea hace referencia a un pasaje bíblico, del Segundo Libro de los Reyes, cuando unos carros tirados por caballos de fuego envuelven al profeta Eliseo y lo suben al cielo en un torbellino.

Blake convirtió la imagen del carro de fuego en un símbolo de la energía divina.

Al correr del tiempo, casi dos siglos después, el director Hugh Hudson la tomó como inspiración para contar la historia de dos atletas británicos en las olimpiadas de París de 1924. De ahí surgió la cinta “Carros de fuego” en 1981, con su inolvidable escena con los jóvenes atletas corriendo por la playa mientras suena el famoso tema Vangelis.

LOS PROTAGONISTAS

LIDELL Y ABRAHAMS

Lidell un corredor que parece conseguir sus proezas sin esfuerzo. El elegido por Dios para darle medallas a su país, según su propia versión de los hechos.

El oro que conquistó en los 400 metros da cuenta de su manera de correr: Lidell se exprimió durante la primera mitad, casi igualando los tiempos que solía firmar en 200. Y cuando todo el mundo pensaba que había dilapidado sus reservas e iba a desfondarse, siguió corriendo con el mismo empuje pero los carros de fuego llegaron para arrebatarle el triunfo.

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Abrahams por su parte, es el hijo de un judío que se siente rechazado por la Inglaterra cristiana, siendo un atleta que corre para demostrarse a sí mismo que es mejor que los demás, que se salta el protocolo de Cambridge para contratar al mejor entrenador disponible y se castiga el cuerpo con entrenamientos espartanos.

La película sitúa la decisión justo cuando el equipo olímpico británico parte hacia París.

Carros de fuego es una cinta que contagia ese entusiasmo, arrojo, lucha y espíritu de competencia, todo lo que se refleja en los Juegos Olímpicos, sin dejar de lado el mensaje cristiano que con lleva, con su lema “Dios está por encima de las naciones”, según el personaje de  Lidell.

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