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WOODY ALLEN Y SU PASIÓN DEPORTIVA

Cuando nos metemos al mundo del cine nos topamos con genios de este arte que se apasionan por más que la narrativa de su próxima cinta, del fotograma a resaltar o de los números en taquilla.

Esas pasiones ocultas en su mayoría se vuelcan hacia otro de los grandes mundos sin límites; el deporte.

En el caso del cineasta judío Woody Allen, es justamente en el universo deportivo donde él encuentra esa pasión que seguramente después se expande hacia la creación de sus famosos guiones llenos de comedia irracional, traumas psicológicos, parafilias y demás temas que hacen de la comedia de Allen todo un referente cinematográfico.

Para el cineasta “el deporte es como la vida, es la vida”

Le vimos vestido de tenista en “Annie Hall”, jugando al squash en “Manhattan”, o como periodista deportivo en “Poderosa Afrodita”. Por no mencionar su película “Match Point”, una obra maestra con trasfondo tenístico.

SUS PININOS DEPORTIVOS

Woody declaró en alguna ocasión sobre su historia con el béisbol que:

“De joven era bueno en el deporte, era rápido y con reflejos. Jugaba cada día al béisbol y era segunda base. Ahora pensarán que soy una completa nulidad, pero yo era el mejor de la escuela y a los 14 años pensé en ser profesional. Entonces comencé a escribir gags y eso me permitió ganarme la vida de una forma más racional, porque en el deporte siempre hay alguien mejor que tú”.

El cineasta además hace énfasis entre el teatro y el deporte, aseverando que el deporte es todo lo que el teatro debería ser y no termina de ser, ya que dice que cuando se va al teatro te dejas llevar, pero intuyendo hacia dónde te lleva la historia, a diferencia de estar en el Madison viendo a los Knicks donde la proporción es inversa, pues el partido puede ser divertido o aburrido, pero no se es capaz de prever lo que va a suceder. 

Para el escritor simplemente una obra no puede decidirse como un campeonato en cinco o diez segundos.

Amante de la carrera del basquetbolista Michael Jordan, y del beisbolista Willie Mays durante más de 20 años, fiel creyente de que la mejor película deportiva es “Toro Salvaje”, a pesar de que a su parecer culmina como todas las cintas deportivas, hablando más sobre lo que rodea ese mundo, minimizando al deporte mismo. Woody Allen dejó de lado su camino deportivo, tomando la mejor decisión al ponerse frente a la máquina de escribir y crear historias. Aunque sea inevitable preguntarse qué sería de él si su destino hubiesen sido los estadios y no las salas cinematográficas.

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