Karina Elián Salinas
En esta ocasión la curiosidad nos invade. Apostamos por descubrir detalles, acontecimientos, formas de vida o cualquier suceso que pueda ser descrito como tabú.
Hablando de esos misterios, nada mejor que hacer un recorrido por un mundo lleno de secretos y censuras como la literatura.
Recordemos que a través de los años, las letras han contado con autores que han sido criticados por sus posturas literarias. En la era del Marqués de Sade, tanto su brutal erotismo como el ateísmo que profesaba, lograron que se convirtiera en el blanco perfecto para ser atacado por la mayor parte de la sociedad, pues sus aportaciones salían de la raya de lo establecido.
Incluso Lewis Carroll, el creador del clásico “Alicia en el País de las Maravillas”; a la fecha ha sido señalado con base a las investigaciones de sus biógrafos, sobre su obsesión por las niñas, entre ellas evidentemente Alice Liddell, quien inspiró el famoso libro.
Y si nos adentramos en el viaje, es casi un hecho que encontraremos mucho más tela de donde cortar, para saciar esa curiosidad.
Pero además existe otro campo a explorar, precisamente regido por el misterio que rodea a las palabras, los denominados “ESCRITORES FANTASMAS”. ¡Huy, qué miedo! ¿No?
Pero no, esta vez no nos referimos a esa clase de fantasmas que nos ponen los pelos de punta a cada página. Nos referimos a los escritores ocultos, quienes venden su trabajo, pero sin firmarlo. Conocido también como autor sombra, fantasma, o negro.
A través de la historia, la sospecha más popular sobre este tema, ha sido para las biografías, memorias y ensayos, supuestamente firmados por nombres famosos, pero redactado por esos escritores ocultos.
Dentro de los más célebres representantes de la literatura involucrados en este tema, encontramos al acreedor del Premio Nobel; Mario Vargas Llosa, quien contando con tan sólo 23 años, fungió como escritor fantasma para una millonaria mujer.
Otro caso más, es el de Alejandro Dumas, pues se especula que contaba con un grupo de autores que realizaban lo que él les ordenaba, para después dar a conocer la obra como suya.
En medio de todo este suspenso literario, los críticos han manifestado que estos autores incógnitos, no sólo empiezan una edición de cero, sino que en ocasiones, ayudan también a dar forma a aquellas obras que carecen de ciertos aspectos para ser publicados de lleno. Convirtiéndose en un trabajo conjunto entre el que concibe la idea original y quien le da forma.
Nada está comprobado del todo, ya que algunas voces afirman que muchísimos personajes de renombre han utilizado a estos escritores anónimos, en sus más célebres trabajos editados. Mencionando desde el mismo William Shakespeare hasta el genio del misterio Stephen King.
Otros más, rechazan completamente la idea, afirmando que jamás este tipo de autores habrían utilizado dicho recurso. Pues su talento habla por sí solo, sin ayuda de terceros ocultos.
Por lo que vemos, la espinita curiosa, no tiene límites. Y más cuando se especula acerca de un universo tan mágico y complejo como lo son las letras.
Aunque este recurso de las sombras literarias, no esté comprobado del todo. Seguramente nos hará pensar cada que tengamos un libro en nuestras manos, si realmente el autor que estamos leyendo, es quien redactó palabra por palabra.
Así es esto, cuando la duda entra. Nada nos detiene ante la curiosidad.