La relación entre el arte y el deporte data de la antigua Grecia, ya que desde la época en la que se dieron los primeros juegos olímpicos, los escultores, pintores y poetas se encargaban con su arte de ensalzar la labor del deportista.

El deporte y el arte parecían encontrarse de forma natural, situación que se vive actualmente cuando en medio de los espectáculos artísticos más impresionantes se realizan las inauguraciones de los juegos olímpicos.

Las épocas en las que mayormente se ha visto la relación entre el arte y el deporte es en la edad antigua y en la contemporánea, ya que la edad media marcó una pausa en el deporte y por ende las artes, se vieron en la necesidad de articularse con el deporte de manera activa. Liricas, esculturas, obras arquitectónicas, pinturas, entre otras, han hecho parte de esa simbiosis entre estos dos conceptos que aparentemente parecieran muy lejanos.

Generalmente se habla que todos los deportes en sí son un espectáculo artístico, ya que el hombre crea con su cuerpo toda una obra a través de las técnicas, la precisión, la exactitud y el talento con el que ejecuta cada movimiento, con el que lanza determinado artefacto o da un golpe.

El fútbol es mucho más que correr detrás de un balón, lo mismo que el baloncesto. Lanzar una jabalina, una pesa o correr largas distancias también va más allá del simple hecho de su ejecución. Como el artista, el deportista se prepara y prepara su acto. No son movimientos o acciones que ya están hechas sino que por el contrario al deportista le toca fabricar su actuación.

El tiro con arco, la gimnasia, la equitación, la esgrima, los saltos, los clavados, etc. Son deportes considerados muy artísticos porque el cuerpo de las personas que lo practica junto a su desempeño en la ejecución son verdaderas obras de arte que seducen por su fantasía, por su equilibrio, por la destreza con la que son practicados y la importancia que se le da a la presentación tanto en la vestimenta como en la actitud del cuerpo.