Por Karina Elián Salinas
Sería increíble poder tomar en este instante el timón y navegar por el océano viviendo cientos de aventuras que nos lleven a encontrar un tesoro enterrado en una isla misteriosa.
Para vivir ésta experiencia podemos recurrir al libro “La Isla del Tesoro”, del escritor escocés “Robert Louis Stevenson”, quién nos otorgó con sus obras un legado que incluye crónicas de viaje así como novelas históricas y de aventura.
La trama de la isla del tesoro nos embarca por un viaje lleno de misterio y emoción en donde el protagonista “Jim Hawkins”, un adolescente valiente e ingenioso quién nos narra en primera persona los acontecimientos de esta travesía.
Jim trabaja en la posada de sus padres llamada “El Almirante Benbow”, a la que un día llegó un viejo marinero de nombre “Billy Bones”, quién poseía un cofre por el cual era perseguido constantemente por piratas, pero antes que éstos atacaran la posada, Billy muere y deja en manos de Jim su preciada posesión.
Desde ese momento el joven aventurero descubre que en ese cofre se encuentra un mapa que conduce a un tesoro enterrado en una isla, por lo que decide emprender el viaje en su búsqueda, a bordo del barco “La Española”, en compañía de inquietantes personajes.
Entre estos personajes no podía faltar “John Silver”, un clásico pirata con cabello negro rizado, pato de palo, con parche en el ojo y por supuesto con un fiel acompañante “un loro de colores”.
A lo largo de este viaje surgen las dudas sobre la tripulación, debido a que cualquiera podría robar el tesoro, dichas especulaciones los llevan a tener conflictos entre ellos y dividirse, haciendo más intrigante el trayecto.
Después de sobrevivir a una fuerte tormenta, llegan finalmente a la isla descrita como “una majestuosidad”, con arena de color amarillo brillante y un mar totalmente claro, en ella se encuentra “Ben Gunn”, un desesperado marinero abandonado desde el día que enterraron el tesoro, quién además es el único que puede desenterrarlo.
Stevenson marcó con “La isla del Tesoro”, la percepción de los piratas al asociarlos con detalles como islas tropicales, enormes barcos, hasta el origen de la habitual “X”, que marca la posición del tesoro enterrado, definiendo un estilo en las historias de bucaneros que en la actualidad nos sigue sorprendiendo.