Por René Sánchez 

Que Cruz Azul gane ya es noticia. Que no se haya dejado empatar es una novedad. Y que haya convencido a todos con su juego es un milagro hecho realidad. Y todo eso pasó esta tarde en el Estadio Azteca, dónde “La Máquina” derrotó al Santos por 3 a 0, superándolo en todo, arrinconándolo durante muchos lapsos del juego, pudiéndolo golear aún con mayor diferencia, dominando el encuentro, controlando la pelota, copando en muchas zonas, conteniendo el ataque de los guerreros salvo algunas excepciones (atajadas de Corona o un tiro al palo), obstruyendo el medio campo y generando muchos espacios, haciendo lucir al portero rival, Jonathan Orozco.

Fue un Cruz Azul inesperado, un equipo celeste mejorado, un once congruente y un grupo de jugadores convencidos de lo que podían hacer con atención, concentración y compromiso. Y aún sin los otros tres refuerzos extranjeros. 

Un equipo celeste así agrada e ilusiona. Sumando sus primeros tres puntos, metiéndose a la pelea, abandonando el sótano y evitando una tercera derrota que hubiera sido histórica en un arranque de torneo. Reventando la presión que ya sentía Robert Dante Siboldi, quien apenas ganó su cuarto partido de liga desde que llegó al banquillo celeste. 

Ganar era urgente de cualquier manera. Pero los cementeros lo hicieron actuando bien. Borrando a los de la Comarca. Con goles de Jonathan Rodriguez, Elias Hernández y Luis Romo en los minutos 2, 51 y 80, al inicio, a medio partido y al cierre, como dejando claro que en todo el trayecto fue mejor que su oponente. 

Pero con Cruz Azul siempre habrá un pero. Porque otras veces ha levantado para volverse a caer. Ojalá esta recuperación (por ellos y sus seguidores) vaya en serio y no sea flor de un día. Porque una golondrina no hace verano. Porque del plato a la boca se cae la sopa. Porque en el desierto se puede hallar un oasis, pero el resto seguirá siendo solamente arena. Y porque Cruz Azul históricamente nos ha hecho dudar y dejar de creer.