El centrocampista brasileño Carlos Henrique Casemiro se despidió del Real Madrid con un mensaje repleto de emoción, desde el corazón, sin poder aguantar el llanto, agradecido al presidente Florentino Pérez y a todos los que han compartido una etapa en la que ha conquistado 18 títulos, que aseguró no termina porque habrá “un día” que regresará.
Desde el vídeo en el que el Real Madrid rindió homenaje a un jugador que ha marcado una época del club, Casemiro no pudo contener la emoción. Las lágrimas en el día de su despedida le impidieron hablar de inicio, derrumbado al comienzo de su discurso. Provocó que incluso el presidente Florentino Pérez y el técnico italiano Carlo Ancelotti, se emocionasen.
La caballerosidad del Real Madrid: tras años de impresionante rendimiento y cinco Copas de Europa, se comunica que Casemiro, de 30 años, merece que sus deseos de salir sean satisfechos por el club. ¿Cuántos años hay que rendir y cuántos títulos hay que ganar para poder marcharse del Madrid? Da la impresión de que tener buen comportamiento y ganar títulos te hace merecedor de una rebaja de condena.
La segunda tiene que ver con la CMK. La venta del jugador es también la venta de una fórmula: la del centro del campo titular del Madrid, y no un centro del campo cualquiera. No se pierde a Casemiro sino la conexión entre Casemiro, Modric y Kroos, que es una conexión incuantificable económicamente porque para entenderse de memoria no hace falta dinero, sino tiempo. Casemiro en la CMK era lo implícito, lo sobreentendido, lo tácito; cuando se vende un jugador así, no sólo se desprende uno de él sino de las relaciones que él tenía en el vestuario y en el campo, el sistema de comunicaciones levantado por él durante el juego y fuera de él, por eso hay ventas que pasan desapercibidas como la de Bale y ventas particularmente sensibles como la de Casemiro.
Hay una tercera, también preocupante pero en otra dimensión, al fin y al cabo Casemiro se iba a ir este año o dentro de cuatro, como se irán todos; esta tercera tiene que ver con la Liga española, una competición de la que en condiciones normales jamás se querría marchar el mediocentro titular del campeón de Europa. Y tiene que ver también con una cierta euforia detectada entre la afición por el excelente traspaso: se trata del reconocimiento de que las cosas están cambiando al punto de que el Madrid, aún en su segundo mejor ciclo histórico, puede ver cómo un grande en horas bajas trata de reanimar a su afición Por tanto dinero que a la afición del campeón no le quede más remedio que festejarlo. Eso es la Premier hoy y los lujos que puede permitirse respecto a la Liga.
Hay algo que no va a cambiar: la vida sigue y el Madrid seguirá igual. Uno mira al banquillo y al campo, y ve el partido de Balaídos, y entiende perfectamente que no haya ningún drama en la salida de Casemiro. Pero quien crea que Tchoaumeni o Camavinga van a aportar las mismas cosas, en esta o en la siguiente temporada, no sabe de qué va la fuerza de un vestuario y quién la remueve. Y del mismo modo que es difícil creer que este traspaso no es un traspaso modélico, también es verdad que consolida un camino agónico incluso para los grandes, que es el de tratar de estar a la altura de clubes que tienen el dinero por castigo, y certifica los años de sombra de la Liga, a quien se le escapan jugadores de todas partes, descapitalizada y a expensas de que cualquiera con un poco de dinero y ninguna ambición (no me refiero al United) levante estrellas a equipos españoles con más historia y más competitivos. En total ganó 18 títulos: Cinco Champions League, tres Mundiales de Clubes, tres Supercopas de Europa, tres Ligas, una Copa del Rey y tres Supercopas de España.
El jugador nacido en Sao Paulo ahora tomó la decisión de mudarse a otro grande, pero que está en las bajas, el Manchester United.
¡En fin una buena historia esto, del mercado de los fichajes!