Aunque había dicho que “La presión para los deportistas de élite es un privilegio”, Novak Djokovic se desmoronó en los Juegos Olímpicos de Tokio. 
El número uno del mundo no soportó perder la medalla de bronce ante Pablo Carreño y renunció a disputar también esa misma presea en el dobles mixto.
El serbio cayó por 6-4, 6-7 y 6-3 ante el ibérico en el duelo por el tercer lugar en el podio y fue tanta su frustración que lanzó dos veces su raqueta a las vacías tribunas del Complejo de Tenis de la capital japonesa, destrozando otra al golpearla contra la red y además soltó inesperadamente el llanto cuando se consumó la derrota que lo dejó con las manos vacías.
Sin poder justificar su segunda derrota seguida en singles, y con la sonrisa que mostró todos los días en la Villa totalmente borrada de su rostro, Nole sólo informó a la prensa que por cansancio no jugaría el dobles dejando botada a su compañera Nina Stojanovic y a todo su país que esperaba otra presea. 
En contraste, para Pablo Carreño el día fue verdaderamente histórico ya que sumó la quinta medalla para España y la número 13 en toda la historia del tenis español así como su triunfo más importante desde se hizo profesional.