Más que interesante resultó el primer partido de preparación del América (ante el Santos) para el segundo torneo de Santiago Solari como su estratega.
Lo menos importante era el resultado y el 1-0 como tal tampoco fue trascendente pero si el que su autor fuera el polémico delantero colombiano Roger Martínez, quien supuestamente no volvería a vestir la playera de las Águilas después de la fiesta que armó con Nico Benedetti y algunos otros jugadores de Coapa.
El único tanto del triunfo sobre los Guerreros en el Estadio Río Tinto de Sandy en Utah cayó al minuto 11 pero lo mejor estaba por venir ya que pese a los rumores de que no entra en planes y de que no tendría actividad en la gira, Nicolás Castillo fue llamado por el “Indiecito” para ingresar a la cancha y dejar atrás un año y medio de sufrimiento, de incertidumbre, de temores y de la posibilidad de perder la vida.
El delantero chileno entró al campo y generó un ambiente de euforia por su reaparición tras lesionarse en enero del 2019, pero al mismo tiempo hizo que del campo a las tribunas surgiera un sentimiento de alivio al verlo cumplir con una meta que llegó a parecer imposible por la gravedad de su padecimiento.
Si jugó bien o mal no venía al caso porque el objetivo primario era darle confianza a Nico, romper con esa tensión por el ansiado momento del retorno y esperar que no sintiera nuevas molestias ya sea para dejarlo en el plantel azulcrema o para poder negociarlo más fácilmente.
Con muchas obligadas ausencias como la de Memo Ochoa, Jorge Sánchez, Sebastián Córdova o Henry Martin y Federico Viñas, Solari hizo debutar a Fernando Madrigal y Salvador Reyes así como reaparecer como azulcrema a Miguel Layún, quien por cierto se fue expulsado tras encarar al estratega de la Comarca Guillermo Almada, que también vio la tarjeta roja en un conato de bronca que no pasó a mayores.
