Un día como hoy, domingo 10 de abril pero de 1988, la afición se daba cita como cada quince días o cuando se abrían las puertas del monumental Estadio Santiago Bernabéu para apoyar al equipo local, el Real Madrid.
La cita era para presenciar el juego correspondiente a la Jornada 32 de la Temporada 1987/88, ante el Logroñés, con una platilla merengue plagada de grandes figuras y como su centro delantero el mexicano goleador Hugo Sánchez, a quien el destino le tenía preparado un momento de inmortalización.
Corría el minuto 9 de la primera mitad, cuando el español Martín Vázquez avanzaba con pelota controlada por la banda izquierda, al llegar a tres cuartas partes de terreno levantó la mirada para poner un centro justo al corazón del área donde ya merodeaba, como siempre, y se desmarcaba el ‘macho’.
Con su conocido número 9 y mientras el balón venía en el aire, Hugo se plantó cerca del manchón penal, en un instante de su mente pensó, decidió y ejecutó, para ponerse espalda al marco, medir el esférico y sin marca alguna, levantarse por los aires como si fuera un acto de levitación conectando la de gajos con un remate espectacular de chilena o ‘huguiña’ con la pierna zurda, poniéndola en el ángulo superior derecho de la portería defendida por el guardameta Juan Antonio Pérez.
Un auténtico GOLAZO, que festejó con su conocida voltereta y el puño derecho en todo lo alto, algo que hizo explotar a las tribunas del inmueble además de que los asistentes reconocieron la bella pintura al sacar los pañuelos blancos tal plaza taurina y la prensa lo bautizó como ‘EL SEÑOR GOL’, ya que coincidentemente si se lee el nombre del equipo rival de ese día (Logroñés) de derecha a izquierda, da como resultado ese gran calificativo.
Quizá recordamos el gol más bello en toda la historia, o de ‘huguiña’ que muchos aseveran de perfecto, o tal vez del recinto merengue; lo que definitivamente pasó a ser esta estampa para Hugo Sánchez, calificado por él mismo como su mejor anotación en toda su brillante carrera.
El Pichichi me contó personalmente la historia de cómo nació ese remate tan espectacular: “En el rancho de mi tío, a los cuatro años de edad, empecé con la pelota a practicar el remate de chilena, una tras otra. La portería era una reja que había y daba a la calle, la repetí decenas, centenas, hasta miles de veces. Quise hacerlo, primero, como homenaje a mi padre ya que cuando íbamos a ver jugar a mis hermanos, Héctor y Horacio, en las fuerzas básicas de Pumas, al término de los partidos los papás se entusiasmaban tanto que hacían una cascarita y de repente veía a mi papá que hacía la chilena; y segundo, lo vi como mi remate preferido para tenerlo como una especialización”.
Además, Hugo me señaló lo que significó en su paso por las canchas: “Fue el gol de mis sueños. Fíjate que de niño sueñas dónde quieres jugar y todo, dónde me gustaría meter el mejor gol de mi vida, y dije, que sea en un estadio precioso, con un equipo importante del mundo, todo eso…, y Dios me concedió la posibilidad de conseguir ese sueño. Fue con el Real Madrid, en el Santiago Bernabéu y contra el Logroñés —que si lo lees al revés dice Señor Gol—; afortunadamente varios de los sueños que tuve de niño se han ido cumpliendo, por lo que me ha dado mucha confianza y motivación”.
Han pasado 34 años de aquel momento imborrable para la trayectoria del pentapichichi, para la historia del Real Madrid, para toda su gran afición, para México por tener la insignia del ‘macho’ como el mejor futbolista que haya dado esta tierra, así como para todos los tiempos en el balompié mundial debido a su clase y todo lo hecho por el enorme Hugo Sánchez Márquez.