El futuro de la temporada 2020 del beisbol de las Grandes Ligas depende ya únicamente del Comisionado de la MLB Rob Manfred, quien después del fracaso de las negociaciones entre la Junta de los dueños de los equipos y la Junta Ejecutiva del Sindicato de jugadores, que ayer por la noche votó en contra (33-5) de la última oferta de los propietarios de las franquicias de reanudar las actividades con un calendario reducido de solamente 60 partidos por equipo. Asimismo se sabe que los peloteros, que buscan jugar por lo menos 70 partidos en lo que será la fase regular de la campaña, tampoco desean aumentar la cantidad de equipos presentes en los playoffs, una idea que los dirigentes han puesto sobre la mesa para tratar de convencer a los jugadores.
La actitud y la postura de los peloteros no es solamente un capricho, ya que realmente esta basada en la negativa de los dueños para garantizar los salarios de todos los jugadores de la “gran carpa” si por algún motivo, fuera de control, como lo sería un rebrote de la pandemia, la actividad vuelve a detenerse en las próximas semanas o meses.
En su última propuesta los dueños aceptaron cumplir con el total de los sueldos de los jugadores, sin diversos porcentajes como al principio, pero lo ofrecen de manera prorrateada y con un calendario reducido a 60 juegos, los peloteros estarían recibiendo aproximadamente un total de 260 millones de dólares MENOS de lo que obtendrían si se disputaran 70 o más partidos.
Los propietarios alegan que su buena fe esta demostrada al aceptar el pasado 26 de marzo adelantar a los jugadores una cifra general de 170 millones de dólares en salarios, pese a que la temporada no ha podido iniciar como estaba programada.
Desde aquel día los dueños han propuesto calendarios de 82, 76, 72 y 60 partidos, mientras que los jugadores han respondido con ideas de 114, 89 y 70 juegos totales para cada novena.
Sin acuerdo, y con los campos de primavera o de entrenamiento cerrados por nuevos contagios, las reglas indican que todo esta en manos del Comisionado, pero con el enorme y latente riesgo de que finalmente no haya beisbol este año, un suceso sin precedentes ya que ni las guerras mundiales detuvieron la pelota caliente en los Estados Unidos.