Es fascinante encontrar artistas que se han sumergido en el mundo del deporte como su fuente de inspiración, ya sea por un trabajo en concreto, su característica esencial o una etapa en su carrera.
En este caso final, encontramos al artista Aldo Loungo, quien nació en Buenos Aires, Argentina, de ascendencia italiana y con dos grandes pasiones: el arte y el fútbol.
DE LA CANCHA A LOS LIENZOS
Poco después de graduarse de la Academia de Bellas Artes de Buenos Aires, Luongo llegó a los Estados Unidos para jugar fútbol profesional con los Generales de Nueva York. Después de que su carrera atlética se vio interrumpida debido a una lesión, llegó a la ciudad de Nueva York con el sueño de dedicarse a su obra de arte a tiempo completo.
En los años 70 tuvo su primer gran éxito con múltiples reproducciones de sus dibujos en blanco y negro. Estas impresiones no solo fueron lanzadas con gran éxito de crítica, sino que también fueron un gran éxito comercial (cientos de miles de piezas vendidas en varios años). Aldo se había puesto en el mapa como un gran artista internacional.
ARTISTA ALDO LOUNGO
NOMBRADO “ARTISTA OLÍMPICO”
Aldo Luongo ha continuado su reinado en la cima del mundo del arte contemporáneo durante casi cuatro décadas, ha recibido numerosos premios y honores, incluido el haber sido nombrado Artista Olímpico oficial en tres ocasiones (verano de 1988, verano de 1996 e invierno de 2002); Artista oficial de la Copa del Mundo (1998); Artista oficial de la Copa Mundial Femenina de Estados Unidos (1999); y Artista Deportivo del Año de 1999 (Museo del Deporte de E.E. U.U.).
También ha sido elegido dos veces para pintar huevos para la búsqueda de huevos de Pascua de la Casa Blanca, que ahora reside en el Instituto Smithsonian.
Desde sus acrílicos hasta sus grabados de bellas artes, todas las piezas de Aldo Luongo encarnan el mismo sentido de fluidez e intensidad, el resultado de un verdadero artista comprometido en el apasionante proceso de creación.
En todas las pinturas de Luongo es fundamental el equilibrio entre la memoria y la esperanza, la tristeza y el humor, la libertad y el control. La obra de arte de Aldo Luongo captura algo más que la mirada de los espectadores, ya que hace eco de las experiencias vividas al máximo.