Por Karina Elián Salinas
Dentro del arte, los colores nos llevan por diversas dimensiones, incluso podríamos decir que logran que juguemos con sus tonalidades para llegar al mundo de sus autores de manera más profunda.
Y ya que hablamos de arte vinculada con el género que admiramos, tal vez podríamos imaginar que color describiría mejor al jazz.
Para el artista canadiense Pascal Blanchet, la sincopa se expresa en marrón.
En este espacio nos adentraremos en específico en su obra “La Fuga”, donde precisamente el tono marrón que la distingue, se convierte en el eje central de la publicación.
Como casi todo en el arte, es más sencillo sentir que explicar, pues este tipo de trabajo artístico plasmado en un libro bajo el género del comic está envuelto en una serie de emociones y recuerdos.
En ella, su autor jugando con la improvisación del género jazzístico, plasmó una especie de película muda, la cual relata a cada página la historia de un anciano pianista de jazz, quien en sus últimos días inicia un viaje a través de sus experiencias musicales.
El arte de Pascal se vincula con la música en la mayor parte de sus trabajos, pero su pasión y admiración por la sincopa lo llevó a rascar en los estándares del jazz, sobre todo los que abarcan de los años 30´s a los 50´s.
Es por ello que en la “Fuga”, Blanchet nos invita a trasladarnos hasta la última página del libro, donde nos ofrece un track list para acompañar la experiencia visual en cada sección del compendio, encontrando piezas de las clásicas BIG BANDS, incluyendo evidentemente a Benny Goodman, Duke Ellington y Louis Armstrong.
La combinación a dos tintas de este trabajo, nos lleva por imágenes que narran no sólo el sentimiento del músico, sino también nos enseña que las propuestas de diseño contemporáneas, pueden expresar una complicidad entre el mundo de la sincopa y los diseños vanguardistas.
Además de toda la creatividad alrededor de un proyecto como “La Fuga”, cabe destacar la ausencia de textos en el mismo, pues Pascal decidió que su ilustración haría saber inmediatamente a sus lectores, que se trata de un libro que no es para lectura, sino una publicación que hay que sentir y vivir.
Y que mejor manera de lograrlo que asombrándonos con la improvisación de las notas que en esta ocasión juegan a través de las imágenes.