En futbol el debate siempre existirá, pero los hechos no se discuten y si Pelé fue el mejor del mundo de finales de los 50s a finales a principios de los 80s, su indudable sucesor como el máximo astro del balompie a partir de esa fecha fue Diego Armando Maradona, quien hoy cumple 60 años de edad.

De extracto humilde al igual que Pelé, la del “Pelusa” fue sin embargo una infancia mucho más complicada, con muchas carencias y rodeado de todo aquello que más tarde lo haría caer como la falta de valores y las falsas amistades, pero esa es otra historia y la que hoy queremos recordar está solamente dentro de la cancha y con una pelota pegada a su maravillosa pierna izquierda.

El argentino lo ganó casi todo porque nunca pudo ser campeón de la Copa Europea de Clubes,  Lo que si conquistó fue la Liga en Argentina con su amado Boca Jrs y 3 títulos en Barcelona para después cambiar la vida de una ciudad complicada como Nápoles, donde verlo ganar 5 trofeos fue oxígeno puro para sus habitantes que lo adoraron tanto hasta asfixiarlo.

El Diego le dió además a su país, un nuevo título de campeón mundial después de 8 años, en 1986 en México, donde desplegó su mejor nivel, su magia y hasta su ambición de ganar siempre a como de lugar y a costa de lo que sea, hasta con la famosa “mano de Dios”, el máximo engaño a nivel internacional. 

Muchos lo alabaron y otros tantos lo criticaron pero así fue siempre la vida dentro y fuera de la cancha para el pequeño Diego, arrebatando si no podía obtener algo, a todo o nada, al filo de la navaja y así fue su carrera, extraordinaria y dramática, llena de polémicas, de desacuerdos y goles, de disputas y trofeos, de dinero y deudas, de amor y odio. 

Su regreso como jugador y su lucha contra los vicios no fue la mejor fórnula y tampoco lo ha sido su andar por los banquillos del mundo como director técnico, en lugares como el medio oriente y hasta México donde logró ser campeón pero sin lograr el ascenso.

Hoy después de 60 años de vida, Maradona sigue luchando, pero ya no solamente contra rivales y contrincantes.

Hoy Diego enfrenta, como desde hace muchos años, la batalla más complicada, contra sí mismo, mientras los que lo vimos jugar agradecemos haber tenido ese privilegio.